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Archivo de versos, VIP Омар Аляркон. Женщине, с которой я познакомился в психиатрическом отделении : El mundo habla español
Omar Alarcón. A la mujer que conocí en el psiquiátrico
A Pauline Boyer
Cuando te conocí un huracán abría las puertas de la locura y de tu pelo volaban pájaros en dirección al sol. Éramos felices desnudos bajo la lluvia y nos besábamos en los consultorios cuando salían las enfermeras. Yo creía en ti y tú creías en las mariposas blancas que nacen del corazón de los epilépticos. En los huertos recogíamos frutos junto a los pacientes y jugábamos a liberar pájaros que volaban y cantaban en nuestras manos. Y no podíamos parar de reír y reír frente a la muerte, cada vez que en un rostro enfermo admirábamos salir el sol. Entonces fueron los internos en silla de ruedas que nos enseñaron a amar las flores amarillas. Y yo veía cada vez más en tus ojos el reflejo que dejan los pájaros al volar en el cielo. Bajo la lluvia el delirio cantaba y florecía en los jardines del psiquiátrico y nosotros hacíamos el amor sin importar las lágrimas que golpeaban las ventanas. Desde entonces el estar juntos fue tener los brazos abiertos al subir y bajar de la marea y en nuestro corazón un niño paraba de llorar, y de pedir que lo besáramos, que amáramos la vida, y los espejos rotos en nuestras manos dejaron de partirse sin razón y el río negro que llevaba nuestras penas se secó en las rocas polvorosas del olvido. Ahora el amor nos sorprende en las veredas como una sonrisa que sopla flores de verano. Y una tormenta de luciérnagas nos llena el pecho al abrir las puertas de nuestra casa. Porque la belleza se parece cada vez más al café con leche por las mañanas, y encontramos una verdad al cortar las naranjas, o al saludar al panadero de la esquina. Y los geranios por fin empiezan a florecer en las ventanas y en tus vestidos rojos. Mientras los ciruelos envejecen y el río lleva las lágrimas que a veces derramamos en los brazos del viento. Y pagamos las facturas del gas y alimentamos nuestro gato sin pensar mucho en el mañana. Y aprendemos que la alegría nos espera al cruzar el jardín o al saborear una manzana, que es así de simple. Y si alguna vez pensamos que el estar el uno frente al otro es algo imaginario, que al final estamos solos, nos quedamos callados y dejamos soplar el viento. Porque las gaviotas del presente vuelan a nuestro alrededor cuando nos abrazamos. Y el aire es más claro entre tus manos. Y los duraznos son más dulces.
Омар Аляркон. Женщине, с которой я познакомился в психиатрическом отделении
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