El triste tamarindo de la duna
vencido a los zarpazos de occidente
derrama sin cesar sobre su cuna
melena en tronco que no muestra frente.
Es el dolido adorador a solas
de la mar implacable, su madrastra;
que le espurríe sales con sus olas
para bizmar sus penas y le basta.
Arrastra quieto su miseria oscura
sin luz ni sombra;con sus grises flores,
canas de primavera ¡qué locura
de triste amor que no sabe de amores!

Pintura : Miliukov Alejandro. La costa del mar Negro
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