La luz corre desnuda por el río
huyendo sin cesar en lo movible
de la profundidad, del hondo frío
en que empieza la sombra y lo invisible.
La conocío al nacer, era rocío,
no este vano correr tras lo imposible,
imagen del humano desafío
a la divinidad. Sueño apacible
que endulza los saleros de los ojos,
mesa frugal y paz es lo que anhela
navegante, soldado y rey de antojos;
pero ¡ay! del ¡ay! del alma, no se alcanza
a volver con los remos y la vela
al puerto en que dejamos la esperanza.

Pintura : Voronkin Serguey. La salida de Morfeya
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