Pensaba si pudiera tocar cada mañana tu presencia en las cosas cotidianas. Entonces, el vaso, el cantar, o esta almohada, mutables, casi nada serían trascendidos; los dedos jugando torpemente recorriendo de las uñas las aristas. Tan sólo la ternura del gesto imprevisible. Tan sólo natural, querido, tu ser allí presente.