Empapando de armonías el silencio de mi cuarto, se columpia en la ventana una jaula de canarios. Luminosos como estrellas y amarillos como rayos, de un alambre al otro alambre van y vienen dando saltos. Son cual notas musicales encerradas por milagro en el fino pentagrama de la jaula de hilos blancos. Un trinar de mandolinas se derrama en el espacio cuando vierten sus canciones temblorosas en el patio. Y al mirarlos tan alegres y tan limpios y tan claros... ¡Este pecho se me vuelve una jaula de canarios!