No es el placer la gloria de la vida, ni el dinero que tanto he despreciado es el amor ensueño del lirida lo único que el alma no ha olvidado. Tampoco es un honor el vil pecado, no hay que llorar por la ilusión perdida aunque no vuelva la mujer querida; pues triste es recordar lo ya pasado. ¿Por qué entonces sentimos tanta angustia y el alma vive destrozada y mustia, si sabe que en la vida todo muere...? Pues somos locos amando sin cesar; y nunca nada queremos olvidar: ¡Si no es eterno lo que más se quiere!