Julio Cortázar. Ciudad


El caracol de la laguna
guarda los ecos del pasado.
Aquí el león, aquí San Marcos
velan de pie entre tanta tumba.

Una ceniza de palomas
y un artificio de linternas
traman la fábula que cierra
la blanda estela de la góndola.

Sobre las mismas piedras rosa,
sobre las mismas aguas verdes,
los hombres y su vida breve
beben el vino de la bora.

¡Eternidad, oh entrega al tiempo!
La duración nace en la fuga...
Única, sola, la laguna
guarda las obras de los muertos.

(Ceder, astucia de la carne,
la obra de amor a otra materia,
petrificar esa belleza
que burla el tiempo y lo rehace -)

Así de noche, las linternas
salpican de oro la laguna;

es otra vez la arquitectura
del hombre que urde sus estrellas,

que alza del agua esta Venecia
como una rosa entre las tumbas.

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