Estaba la ventana dando voces
de agolpada y furiosa primavera,
se partía la yegua en un relincho
y era un ruido caliente la colmena.
Subían llamaradas a las ingles
y era muchacha el tacto de la greda.
Abajo, la semilla era un escándalo
y un grito genital toda la tierra.
La Juana miró a Juan. Juan a la Juana.
El sol, inmemorial, quemó la leña.
De lejos parecía que era un humo,
pero era de ellos dos la polvareda.