Humberto Garza. Agonía


Dondequiera, ya no es alguna parte,
ya no es hotel, ni plaza, ni alameda;
ya no es un restaurante
ni una casa friolenta,
donde todos acechan;
amargando el frescor de la sorpresa.

Se terminaron todos los lugares,
los destruyó la vida sin decirme,
los destruyó el destino sin contarme;
los destruyeron, para destruirme.

El éxtasis, no corre por mi carne,
crucificaron todos los momentos,
y mi vista no es nave
bregando en las ondas de tu cuerpo.
A veces, la llovizna,
trae aroma distraído de tu aliento,
y emigro a los túneles de octubre
a fumar y a degollarme en tu recuerdo.

No ha pasado la crisis,
y no podrá pasar, es lo que siento.
En ninguna parte
te encuentro.
Tenemos que buscarnos mucho, mucho,
con deseo fuerte y pensamiento;
desgarrando las casas con la vista,
viajando en la alfombra del afecto.
Tenemos que buscarnos,
en el pecho y la espalda, si es posible,
del tiempo.

Yo, te miraba de reojo,
mostrándome discreto.
El ámbito aceptaba mi soborno,
y sentía que el momento
y la vida...
¡Por fin, valían un poco!

Voy a peinar la ciudad de arriba abajo,
voy a poner en la nariz de mi sabueso
la parte tuya que dejaste en mí,
para que rastree tu recuerdo;
en la tierra y el cielo,
para ver
si te encuentro.

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