Cayó el silencio
sobre mi mundo, en el que tú no estabas.
También la sombra descendió a mi estancia
y tuve miedo de que te perdieras.
Entonces encendí mi lámpara.
Su luz bañó mis manos
y las alcé tan alto, que parecían diez faros
alumbrando el océano,
donde tal vez, náufrago y solo, navegabas.
Rybakova Ekaterina. Los signos
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22 02 2015
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