¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!
¡Oh cómo te me ausentas, tiempo vano!
¡Ay, de mi bien, y de mi ser tirano,
cómo tu altivo brazo voy siguiendo!
Detenerte pensé, pasaste huyendo;
seguíte, y ausentástete liviano;
gastéte a ti en buscarte, ¡oh inhumano!:
mientras más te busqué, te fui perdiendo.
Ya conozco tu furia, ya, humillado,
de tu guadaña pueblo los despojos;
¡oh amargo desengaño no admitido!
Ciego viví, y al fin, desengañado,
hecho Argos de mi mal con tristes ojos
huir te veo, y veo te he perdido.
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mir-es.com
28 10 2016
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