Tengo de llegar al Valle que su flor guarda al almendro y cría los higuerales que azulan higos extremos, para ambular a la tarde con mis vivos y mis muertos.
Pende sobre el Valle, que arde, una laguna de ensueño que lo bautiza y refresca de un eterno refrigerio cuando el río de Elqui merma blanqueando el ijar sediento.
Van a mirarme los cerros como padrinos tremendos, volviéndose en animales con ijares soñolientos, dando el vagido profundo que les oigo hasta durmiendo, porque doce me ahuecaron cuna de piedra y de leño.
Quiero que, sentados todos sobre la alfalfa y el trébol, según el clan y el anillo de los que se aman sin tiempo y mudos se hablan sin más que la sangre y los alientos.
Estemos así y duremos trocando mirada y gesto en un repasar dichoso el cordón de los recuerdos, con edad y sin edad, con nombre y sin nombre expreso, casta de la cordillera, apretado nudo ardiendo, unas veces cantadora, otras, quedada en silencio.
Pasan, del primero al último, las alegrías, los duelos, el mosto de los muchachos, la lenta miel de los viejos; pasan, el fuego, el fervor, la congoja y el jadeo, y más: pasa el Valle a curvas de viboreo, de Peralillo a La Unión , vario y uno y entero.
Hay una paz y un hervor, hay calenturas y oreos en este disco de carne que aprietan los treinta cerros. Y los ojos van y vienen como quien hace el recuento, y los que faltaban ya acuden, con o sin cuerpo, con repechos y jadeados, con derrotas y denuedos.
A cada vez que los hallo, más rendidos los encuentro. Sólo les traigo la lengua y los gestos que me dieron y, abierto el pecho, les doy la esperanza que no tengo.
Mi infancia aquí mana leche de cada rama que quiebro y de mi cara se acuerdan salvia con el romero y vuelven sus ojos dulces como con entendimiento y yo me duermo embriagada en sus nudos entreveros.
Quiero que me den no más el guillave de sus cerros y sobar, en mano y mano, melón de olor, niño tierno, trocando cuentos y veras con sus pobres alimentos.
Y, si de pronto mi infancia vuelve, salta y me da al pecho, toda me doblo y me fundo y, como gavilla suelta, me recobro y me sujeto porque ¿cómo la revivo con cabellos cenicientos?
Ahora ya me voy, hurtando el rostro, por que no sepan y me echen los cerros ojos grises de resentimiento.
Me voy, montaña adelante, por donde van mis arrieros, aunque espinos y algorrobos me atajan con llamamientos, aguzando las espinas o atravesándome el leño.
Músic, Poetry Audio Recordings:
The Poems in Spanish with the translations in Russian here
Share:
mir-es.com 17 03 2009
Galería : Poems written in Spanish
Comments
Please note that all fields followed by an asterisk * must be filled in.
Donations can be made through Webmoney ==> Z261651731681