Alba Correa Escandell. Árboles


Árboles,
gallardos pueblos
de las cuatro
estaciones
cabelleras
dóciles al
viento

Alas de ave incubando
Testimonios de la tierra y el cielo

Ríos
verticales...
Los he visto
nacer,
no los veré morir

Tendrán la
eternidad de lo
perfecto...
Él y yo tenemos un
secreto de amor inconfesado

Muy temprano
acaricia mi ventana
y me llama
Yo me invento una prisa
de salir
y cuando salgo
hay a mis pies
una alfombra dorada...
Me envuelve en su
fragancia fresca
Y me arroja de lo alto
una ramita perfumada.

Escucho la radio,
o leo, o escribo,
o miro el rio.
El eucaliptos se siente
desplazado
y araña las paredes de la
casa
con sus uñas afiladas.

Me hago la indiferente... la distraída....

Me gusta tu sombra,
bailoteando en la tarde.
El suelo se puebla
de movimientos

Es un teclado loco que
se llena de pájaros
Me adormece su arrullo,
sueño que bailo...

El eucaliptus me provoca
con su canción de viento.
Lo escucho. Se me instala
en los huesos.

Y subo hasta las hojas y las
flores.
Allá arriba, con el sol
reventando en mil colores, me
vengo de él!

y le robo su arrullo...
Me gusta tu sombra,
bailoteando en la tarde
El suelo se puebla
de movimientos

Es un teclado loco que
se llena de pájaros
Me adormece su arrullo,
sueño que bailo...

Era un árbol, mi árbol.
Vive, amarillo y seco para no desmoronarme

Esqueleto
blanco, mi árbol...
Yo no tendré raíces...
Él tendrá cielo...

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