Común es el amor en sus inicios
cuando extiende sus ramas y toca
tu cabello, y lamina de pulsos
la epidermis. Común cuando se desvanece
y es agua que se escurre por la pendiente
como cera ante el fuego.
Ordinario el destierro, su dolor
el cuchillo en el vientre, la torre
de Babel y su infortunio.
Común ese desapacible insomnio
la góndola que aguarda agazapada
en la corriente donde el garfio iluminado
nos acecha. Frecuente la sonrisa,
la nostalgia de ayer, el futuro terror
y su placer, el motor de la vida,
la poesía.
Pintura : Andrey Atroshenko.
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