Miguel de Unamuno. Golondrina, peregrina...


Golondrina, peregrina
dónde duermes en invierno;
hay en tu cielo una esquina
donde guardes nido eterno?

Vuelas tú, no vuela el nido;
sol de cielo en primavera,
azul dulce y derretido,
golondrina forastera.

Tú volverás con las flores
a tu nido aquí, el de paso,
y nos traerás los amores
que se duermen al ocaso.

¿Y el eterno amor del cielo
que de amores nos consuela,
el muerto inmortal anhelo,
el del nido que no vuela?

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