El recuerdo se va
por mi memoria larga, removiendo
con finos pies las hojas secas.
— Detrás, la casa está vacía.
Delante, carreteras
que llevan a otras partes, solas,
yertas.
Y la lluvia que llora ojos y ojos,
cual si la hora eterna se quedase ciega. —
Aunque la casa esta muda y cerrada,
yo, aunque no estoy en ella, estoy en ella.
Y... ¡adiós, tu que caminas
sin volver la cabeza!