La vida paga sus cuentas con tu sangre
y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor.
Cogele el cuello de una vez, desnúdala,
tumbala y haz de ella tu pelea de fuego,
rellínale la tripa majestuosa, priņala,
ponla a parir cien años por el corazon.
Pero con lindo modo, hermano,
con un gesto propicio a la melancolia.