Juan Ramón Jiménez. ¡Tus dos manos, esperanza...


¡Tus dos manos, esperanza
mía, y condúceme, enhiesto,
bajo las estrellas puras
del cielo que llevo dentro!
Clara, la una me guíe;
con otra, déjame ciego
en la pureza de nieve
de su palma de lucero.
— ¡Paisajes que, por lo hondo
de mi alma azul, veremos:
lunas de mi corazón,
fuentes de mi sentimiento! —
¡No me dejes mas salir
a los deciertos del cuerpo!
¡Siempre adelante, esperanza,
por dentro de mí, derecho!

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