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Sergei Filippovich Goncharenko : El mundo habla español

Sergei Filippovich Goncharenko
 





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aras en las paredes pintadas de dorado imperial. Esta era una universidad muy prestigiosa de Moscú, la Universidad Lingüística, donde el poeta Goncharenko había formado a docenas de excelentes traductores del idioma español, los cuales mantenían el diálogo de Rusia con América Latina.

Entré puntual — a las cuatro de la tarde — en el gran salón con los típicos techos elevados de los palacios de la aristocracia rusa del siglo XIX. Con casi dos metros de estatura, impecablemente vestido y rodeado de libros en español, ruso y francés, S. Goncharenko me extendió la mano; tuve que empinarme un poco desde mi uno con ochenta para responder a su cálido saludo. Me habló en español con un leve acento latinoamericano y empezó a contarme anécdotas de su reciente viaje a un territorio donde el idioma español convive con oscuras creencias sobre el poder sanador de los sonidos de los ensalmos. Había estado en Filipinas, visitando a los poetas de aquel archipiélago que lo habían invitado. Pero me sorprendió la curiosidad del sabio y poeta que conocía los más íntimos entresijos de los sonidos de las palabras y su capacidad hipnótica de fabulación. Compartió conmigo su experiencia con una mujer vidente de Filipinas que al entrar en trance y escuchar la voz del poeta le dijo: "usted escucha muchas lenguas de occidente y de oriente pero su propia lengua es misteriosa para ellos". Al parecer el poeta quedó impresionado con la afirmación de la vidente. En efecto, su poesía no se había traducido al idioma español, al cual había consagrado su consumado arte de poeta y traductor. En aquella conversación hablamos de sus libros de poesía y me entregó sus últimos trabajos. Dos años más tarde volvería a verlo fugazmente. Diez años después de este encuentro que sería el último, el poeta moriría intempestivamente en Moscú el nueve de mayo del 2006, a la edad de 61 años.

Fue el más grande traductor de poesía de América Latina al idioma ruso. Tanto sus libros «Основы теории испанской поэтической речи» (1988), «Испанская рифма» (1987), «Испанская поэзия в русских переводах 1789-1980» (1976, 1984), «Стилистика испанской стихотворной речи» (1983), "Fundamentos para la teoría del discurso poético en castellano" (1988), "Estilística del discurso poético en castellano" (1983), como sus artículos sobre la métrica de la poesía en español, las particularidades de retrospección rítmica, las estructuras fono-létricas, metrorítmicas, versales - metalógicas y las funciones catárticas, hipnóticas, hedonísticas y estéticas del verso, renovaron los estudios y nuestra comprensión de la poesía como un discurso que potencia al extremo las posibilidades comunicativas y creativas del sistema de la lengua y de sus memorias culturales.

Sergei Filippovich Goncharenko fue el primer estudioso de la poesía en castellano — escrita en América Latina — que demostró que las estructuras fónicas de la poesía de De Greiff estaban "repletas de información de sentido y, o estética". Para Goncharenko, "existía un abismo cósmico entre el vocablo español empleado en el contexto de la poesía castellana y el mismo vocablo español puesto en las coordinadas del sistema poético del Gran Maestro De Greiff". Sergei Goncharenko, realizó una obra excepcional como traductor de la poesía de León de Greiff.

Publicó una docena de libros con sus traducciones de la poesía de América Latina. El primero fue una antología de poetas del continente (1975), vinieron después Poesía de Cuba (1980), Poesía de Argentina (1987), Poesía Mexicana s. XX (1988), y el último de sus libros sobre poesía contemporánea del sigo XX en Latinoamérica, Poesía de Colombia (1991). Esta fue su última obra sobre poesía latinoamericana contemporánea del siglo XX, la cual se publicó en la fecha histórica de la caída del muro de Berlín. Las traducciones de la poesía de León de Greiff fueron para Sergei Goncharenko su obra maestra de traducción publicada en 1986 con el título Bajo el signo del León.

Tradujo también la poesía clásica escrita en el español de la península ibérica, como la de Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Luis de Góngora, Miguel Hernández entre otros poetas de la tradición castellana.

Para Goncharenko —que pertenecía a la gran tradición de estudios linguísticos y filológicos de los grandes científicos rusos, Potebnia, Tomashevski, Trubetzkoi, Jakobson— la poesía era la más excelsa realización del idioma y de la capacidad simbólica de los seres humanos.

Sergei Filippovich Goncharenko fue un gran amigo de Colombia y un generoso colaborador de Forma y Función en su calidad de miembro del comité científico. Tuve la fortuna de ser su discípulo y amigo. Cuando me despedí de él, la última vez que conversamos en el edificio neoclásico de la calle Ostozhenko en Moscú, me obsequió su más reciente libro de versos. Fue autor de diez libros de su propia poesía.

He traducido directamente del idioma ruso un poema que Goncharenko dedicara a su país. Rusia, a la que sirviera como hijo y patriota, fue su gran obsesión amorosa, si bien miraba los acontecimientos y la extravagancia de la historia —que parecía volver en ciclos y no remontarse en espiral como pensaban los filósofos utópicos— con un fino sentido de la ironía, desprovista de descreimiento y misantropía. Acaso la suerte feliz que tuvo con las extraordinarias mujeres que compartieron su vida y que lo amaron con el amor de errancia que despierta en Rusia un poeta auténtico, le dieron a Goncharenko el sentido de lo precario de lo humano, de las cosas y de los días y sin embargo la fascinación profunda por la belleza de verdad de que está hecha la vida al otro lado de sus agobios brutales y sus máscaras vacías.

A la extensa Rusia las nieves anegan.
Los bosques blancos se escarcharon,
en la estepa y en la taiga solo huellas
de pájaros y de fieras que los cielos
no dejaron emigrar hasta el sur,
o más bien que prefirieron en lugar
de los confines tibios, la albura de la nieve
y la belleza de la borrasca de navidad.
Así, un vagabundo sin techo ni hogar,
aunque el Señor al paraíso lo lleve
será ingrato y no hallará felicidad,
lejos de la amarga y purísima Rusia.
Sergei Goncharenko



RUBÉN DARÍO FLÓREZ ARCILA Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá








mir-es.com
12 06 2015



Comentarios : El mundo habla español
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